Redacción (AFP). Con un grito de guerra de su propietario, el multimillonario Steve Ballmer, Los Angeles Clippers abrieron la noche del miércoles una nueva era al inaugurar el Intuit Dome, la cancha más lujosa y tecnológica de la NBA.
Gracias a una inversión de unos 2.000 millones de dólares, los Clippers huyen por fin de la alargada sombra de los aristocráticos Lakers, con los que compartían cancha desde 1999.
Si en el Crypto.com Arena, antes del Staples Center, nunca se sintieron en casa, los aficionados de los Clippers presumen ahora de un recinto referente para el resto de franquicias deportivas.
“¡Bienvenidos a casa, Nación Clipper“, clamó Ballmer a los 18.000 seguidores con el estadio en ebullición antes del inicio del partido ante los Phoenix Suns.
Modernidad al 100 por ciento
Desde los accesorios con reconocimiento facial hasta el videomarcador futurista, todo en el Intuit Dome tiene el sello del otro máximo ejecutivo de Microsoft.
Ballmer, décima persona más rica del mundo con unos 124.000 millones de dólares, según Forbes, tiene una exuberante pasión por los Clippers, franquicia que adquirió en 2014.
No ha escatimado detalles para el nuevo hogar de un equipo considerado maldito, que nunca ha pisado unas Finales de la NBA.
El magnate se ha llevado al equipo del centro de Los Ángeles hasta el suburbio de Inglewood, junto al flamante SoFi Stadium de los Chargers y Rames de la NFL y cerca del aeropuerto internacional.
Una cultura propia
En el sur angelino pretende crear una cultura propia, mezcla de modernidad tecnológica y arte callejero, como mostrar los accesos al recinto, rodeados de murales.
Además, otras obras de artistas locales, bares y hasta una pista de básquet pública.
“Es increíble. Se siente que así es como van a ser las arenas en el futuro”, dijo a la AFP el aficionado Steve Daniels antes de ocupar su butaca.
“Estamos muy contentos. Ahora nos dejaremos de sentir como el segundo equipo de Los Ángeles y tendremos nuestra propia identidad”, aseguró este empleado del sector inmobiliario, que hasta olvidó los recelos que tenía para ingresar con reconocimiento facial.
“Al principio era un poco reticente, creía que era algo invasivo”, reconoce. “Pero después vi lo sencillo que lo hace todo y creo que lo haré siempre”.
Nuevo hogar, otra derrota
En su interior, el Inuit Dome responde a la idea de Ballmer de crear la experiencia más cómoda e inmersiva para los aficionados en toda la liga.
Acomodados en unos asientos más espaciosos, los espectadores asisten a un apabullante despliegue de imágenes, estadísticas, repeticiones y todo tipo de efectos en el gigantesco videomarcador circular, conocido como ‘Halo Board’, formado por 233 millones de luces LED.
Tras uno de los aros se instaló el llamado ‘The Wall’ (El Muro), una suerte de área de animación de 51 filas reservada a los seguidores locales más ruidosos.
Y para que nadie se pierda un segundo de acción haciendo fila, Ballmer mandó construir más de 1.000 inodoros, una cifra muy superior a la media de estos recintos, además de plagar los pasillos de cronómetros con la cuenta atrás de los descansos.
Un concierto
El pabellón abrió por primera vez las puertas el 15 de agosto con un concierto de Bruno Mars.
Estos espectáculos sirvieron de ensayo para el gran festejo del miércoles, que hubiera sido completo si la figura del equipo, James Harden, hubiera acertado el último tiro del partido y evitado la derrota 116-113 en la prórroga frente a los Suns.
Ballmer, que como siempre se retorció de nervios en la primera fila, tiene mucho trabajo para construir ahora una cultura ganadora.
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