El relato más cruel de Fede Valverde sobre su infancia: “Teníamos solo tres canales de TV, los gratis”

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Redacción. Federico Valverde, centrocampista uruguayo del Real Madrid, repasa su vida y sus memorias de infancias, muy tristes y emotivas para ‘The Players Tribune’ en una extensa y conmovedora carta para el medio europeo.

Aquí un resumen de todo lo que admitió el ahora volante del Real Madrid, que recientemente renovó hasta 2029 con el conjunto blanco.

“Repasando un poco mi vida, diría que he tenido tres días perfectos. El primero fue el día en que me vino a buscar el Real Madrid”, comenzó.

Luego agregó: “El segundo fue el día en que nació mi hijo Benicio. Y el tercero fue el día en que nació mi hijo Bautista. Para ese tercer día perfecto, con mi familia tuvimos que pasar por un infierno”.

Una familia humilde

“Mi padre trabajaba como guardia de seguridad en el casino. Mi madre trabajaba en un local de ropa y también vendía ropa y juguetes en ferias callejeras”, dijo.

Mencionó que “todavía puedo escuchar el ruido que hacían las rueditas mientras ella empujaba un carrito enorme lleno de cajas”.

“Parecía que era un carrito que solo lo podía mover Hulk, pero ella iba y lo movía sola, pobrecita. Toda una guerrera. Con mucho calor, con frío, lluvia o truenos, ella iba a llegar con ese carrito a la feria”.

Valverde en sus inicios en el Real Madrid durante un partido de Champions League contra el PSG en 2019. Foto: AFP.

“A veces la acompañaba y me quedaba sentado arriba de un cajón, mirando los autos, sin darme cuenta de su sacrificio”, confió.

Prosiguió: “La peor parte era que al final del día, mi madre tenía que doblar toda la ropa y volver a guardar todas las cosas y empujar el carrito de vuelta a casa. ¡Y después, cocinar! ¡Y lavar mis medias sucias! ¿Te imaginás? Te lo digo, mi madre es mi ídola”.

“Lo que ella (su madre) a veces sacrificaba para que yo pudiera tener mi latita de Coca, ni siquiera lo sé. Y no sé si quiero saberlo”.

“De niño, uno es muy inocente. Ves a tu madre que se saltea una comida y quizás pensás: “Fuaaa, ¿no tiene hambre? Qué raro, yo me muero de hambre”.

“Quizás no tenían dinero para pintar toda la casa, pero me pintaban un poquito de la pared de mi cuarto y ya se sentía como nueva. O mi papá me tiraba agua con una manguera afuera de la casa y esa era nuestra pequeña piscina”.

Marcado por la vida

“Así y todo, para ser sincero, esas circunstancias me marcaron un poco. Porque cuando empiezas a jugar al fútbol y ves que tus amigos tienen más que tú, aunque sea un poquito más, puede dar vergüenza”.

“Me acuerdo que yo no quería que mis compañeros vinieran a mi casa porque en la televisión solo teníamos tres canales, los que eran gratis”.

“Nuestra tele estaba en una mesita que tenía tres ruedas. Si la llegabas a tocar, se caía toda torcida para un lado. En verano te acostabas a la noche y quizás escuchabas las cucarachas”.

“Mi cama era apenas un colchón en el suelo. Y estaba tan mal, que si te llegabas a poner justo en el medio, te hacía un sandwich y tenías que pedir ayuda para poder salir. Jajaja”.

“Ahora es gracioso. Pero por entonces, me daba un poco de vergüenza, sí. Ya sabes que los niños a los 11 o 12 años pueden ser jodidos. Yo creía que me iban a hinchar con cómo vivía. Así que era un niño muy tranquilo, siempre un poco cerrado”.

El fútbol le cambió en sus primeros años

“Fue a través del fútbol que pude cambiar la situación de mi familia. Lamentablemente, también me cambió un poco a mí. Cuando me convertí en profesional en Peñarol a los 16 años, me creía Dios”.

“No sé si la gente de verdad puede entender lo que significa pasar de ser nadie a alguien que camina por la calle de tu barrio y de repente los adultos se te acercan porque quieren una foto”.

“Recibís mensajes de chicas que la semana anterior ni siquiera te miraban. Todos quieren ser tu amigo”.

“Recuerdo a mi papá diciéndome: ‘¿Por qué no te ves más con tal y tal? ¿Qué te pasa? ¡Este es tu amigo desde que jugaban juntos en la calle! Andá pa’llá”.

“Pero yo había perdido el rumbo y reemplazado a muchos de los amigos con nuevos, como tantos jugadores jóvenes. No es que estuviera haciendo nada raro”.

“Pero era un maleducado. Me acuerdo de ver a los niños que esperaban por un autógrafo mío detrás del tejido y yo dudar: “Ufff… ¿Me paro o voy directo pa’ casa? Hoy estoy re cansado”.

Los ojeadores del Real Madrid

“Estaba en Paraguay, jugando el Sudamericano Sub-17 y venía rompiéndola. Teníamos que jugar un partido decisivo contra Argentina al día siguiente”.

“Yo estaba en mi habitación, y mis padres se estaban quedando en otra habitación del mismo hotel”.

“De repente me llama mi mamá y dice: ‘Vení para nuestra habitación ahora mismo. Acá hay gente que quiere hablar vos”.

Federico Valverde fue capitán de Uruguay en el Mundial Sub-20 de 2017 que eran dirigidos por el exseleccionador de Honduras, Fabián Coito. Aquí le anota a Portugal en cuartos de final. Foto: AFP.

“Pensé que me estaba haciendo una broma. Pero corrí hasta la otra habitación, y ahí estaban: dos hombres que nunca había visto en mi vida. A ella se le caían las lágrimas. Pero ella siempre es de emocionarse, así que no sabía qué pensar”.

“Entonces me dijeron: ‘Somos del Real Madrid. Creemos que tú puedes convertirte en una estrella con nosotros. Queremos que tú y tus padres se muden a Madrid’.

“Miré a mi madre. Miré a mi representante con cara de ‘Nah, me están jodiendo’. Mi madre me miró como diciendo: ‘Cállate, Fede. No te estamos jodiendo’.

Su primer entrenamiento en el Castilla

“Todos empiezan a irse para las duchas y ahí yo veo calzoncillos Gucci. ¡Calzones Gucci, carajo! ¿Hasta eso inventaron? ¿Cuánto puede costar algo así?”

“Jajajajaja. Y yo lo único que pensaba era: ‘Espero que los míos de hoy no tengan agujeros. Le pido a Dios que mi mamá los haya controlado cuando los lavó'”.

“Me quedé ahí sentado por 20 minutos haciéndome que miraba algo realmente importante en el teléfono. Lo único que quería era perder el tiempo”.

“Empezaron a mirarme con cara de ‘¿Todo bien, hermano? ¿Te pasa algo?’. Nunca me sentí tan chiquito”.

Su cambio en la vida

“Hasta ese día, yo me obsesionaba con mis actuaciones. Si jugaba mal, quizás no hablaba ni con mis padres por 24 horas. Me quedaba solo en mi habitación masticando mis errores”.

“No sé si era saludable, pero cuando estás en el Madrid, la presión es la más intensa del mundo. Así que hay que vivirlo al cien por ciento”.

“Solo cuando nació Benicio es que pude sentirme como un ser humano cada vez que volvía a casa después de un mal partido”.

“Cuando ya empezó a caminar, venía corriendo a abrazarme en la puerta de entrada con su juguete de Toy Story. No le importa nada del partido. Ni siquiera sabe lo que es el fútbol. Solo quiere ‘jugar Toy Story’.

El momento más difícil

“Unos meses más tarde nos enteramos de que estábamos esperando otro hijo, y nos sentimos tan pero tan felices. Durante los primeros meses, todo iba perfecto”.

“Pero un día mi mujer fue a ver a su médico para hacerse unos estudios, y allí fue cuando el mundo se nos vino abajo”.

“El doctor nos dijo que el embarazo estaba en un muy alto riesgo, y que había apenas una pequeña posibilidad de que mi hijo sobreviviera si el embarazo continuaba”.

“Iba a tener que controlar la situación por el próximo mes, pero hasta entonces, nosotros no podíamos hacer nada más que esperar”.

“Mi esposa estaba sufriendo física y psicológicamente cada día. Y yo es como que me encerré, me apagué. Yo soy alguien que suele guardarse todo”.

“Sé que no está bien, pero así es como soy. No quiero que nadie me vea llorar, nunca. Ni siquiera mi familia”.

Su encontronazo con Baena

“En abril, después de un partido contra el Villarreal, todo se fue a pique. Todo el mundo leyó los titulares. Todos saben los dos lados de ‘la historia’. No quiero volver a traer a la luz estas cosas horribles otra vez. Todo lo que quiero decir es…”

“En una cancha de fútbol podés decirme lo que quieras y no me va a molestar. Soy uruguayo, por Dios. Pero hay ciertas líneas que no hay que cruzar. No como futbolista, sino como ser humano”.

“¿Debería haber reaccionado? Quizás no. Quizás tendría que haber vuelto a casa a compartir una hamburguesa con mi hijo, a comerme unos nuggets y a mirar dibujitos”.

“Pero soy un ser humano, y a veces tenés que saber plantarte por vos mismo y por tu familia”.

“Me dolió ver que los medios me describieran como un tipo violento, se dijeron muchas mentiras que luego se probaron que no eran verdad”.

“Pero honestamente puedo decir que no me arrepiento de nada, porque me hizo crecer todavía más como persona, e hizo que nuestra familia estuviera más unida que nunca”.

Acaba el ‘infierno’

“Después de un mes y medio de un infierno absoluto, recibimos la mejor noticia de nuestras vidas. Las ecografías estaban mucho mejor, y por suerte parecía que el embarazo estaba en condiciones de continuar”.

“Por supuesto, para llegar a término fue un periodo increíblemente tenso. Hasta que finalmente pudimos tener a nuestro hijo en los brazos, no queríamos ni respirar”.

“Pero gracias a Dios, en junio, nuestro hijo Bautista llegó al mundo”.

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