Redacción (AFP). El máximo goleador de la selección Colombia, Radamel Falcao García, confesó que el secuestro del padre de su compañero Luis Díaz en medio de un repunte del conflicto armado lo llevó a “frenarse” en su ilusión de jugar en el fútbol de su país.
El “Tigre”, de 37 años, ha expresado su anhelo de jugar en Millonarios de Bogotá en el caso de su carrera.
En una entrevista con Telepacífico Noticias contó que estuvo en conversaciones con el Embajador para hacerlo a mediados de este año, pero no está seguro de concretar su llegada en el futuro después de que la guerrilla del ELN permaneció secuestrada por 12 días a Luis Manuel Díaz entre octubre y noviembre.
“Hay que ver la situación del país cómo está en este momento, un poco complejo, siempre viendo lo que pasó a Luis (Díaz)”, dijo Falcao desde Madrid.
Luego agregó: “Son cosas negativas que a uno lo hacen meditar y quizás frenarse”.
Es preocupante
“Esto (el secuestro) es una cosa que no se vio (…) no solamente porque sea futbolista, son cosas que al final no deben pasar y sí se ha notado un poco la inseguridad en Colombia, entonces ya tener un compañero cercano y que viva esa situación es muy cruel”, añadió.
Fanático confeso de Millonarios, el delantero podría estar cerca del retiro tras sus exitosos pasos en Oporto, Atlético de Madrid y AS Mónaco, entre otros clubes.
El secuestro del padre de Luis Díaz fue uno de los mayores golpes a la política de paz del presidente izquierdista Gustavo Petro.
Desde noviembre de 2022, el mandatario dialoga con el ELN con miras a su desarme.
Este año el Ministerio de Defensa registró 286 secuestros en comparación con los 166 del año pasado.
Compromisos
El fin de semana la guerrilla de inspiración guevarista se comprometió a abandonar esa actividad de finos extorsivos en Ciudad de México.
En la década de los años 90, integrantes de la selección Colombia fueron víctimas de la violencia en pleno auge del narcotráfico y la delincuencia común.
En 1993 el hijo del lateral Luis “Chonto” Herrera fue secuestrado durante 24 horas para cobrar una extorsión.
Además, después del Mundial de 1994 el central Andrés Escobar fue asesinado a balazos en Medellín (noroeste).
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