Redacción (AFP). La estrella ucraniana del salto alto, Yaroslava Mahuchikh, está a punto de cerrar el mejor año de su carrera deportiva, pero ante todo sueña con que la paz llegue a su país “lo antes posible” y con “victoria” para los suyos, según dijo a la AFP en una entrevista.
El domingo, en los premios anuales de World Athletics, Mahuchikh (23 años) aspira a ser coronada mejor atleta femenina del año 2024 en la categoría de “Saltos y Concursos”, donde la otra finalista es la belga Nafissatou Thiam, la reina del heptatlón.
Orgullosa de representar los colores de Ucrania internacionalmente, confía en seguir transmitiendo “buenas vibraciones” a sus compatriotas castigados por la guerra, como ha venido haciendo en los últimos meses.
París fue el escenario en este 2024 de sus principales hazañas.
Primero batió el 7 de julio un viejo récord mundial que llevaba 37 años en pie, superando la barra de 2,10 metros, y el 4 de agosto se colgó la medalla de oro olímpica.
Nunca la olvidará
“París estará en mi corazón toda la vida”, declaró en el inicio de la semana a la AFP desde Ucrania en una entrevista realizada vía Zoom.
Hablaba desde Dnipro, su ciudad natal, castigada por la guerra que inició la ofensiva de Rusia contra Ucrania desde febrero de 2022.
“Veo edificios dañados, edificios destruidos. Digo esto y tengo ganas de llorar”, afirma.
“Hace unas semanas, hubo cohetes que alcanzaron un edificio situado a apenas 200 metros de mi casa. ¡Hubo mucho ruido!”, cuenta.
“Nuestro pueblo es muy fuerte, pero vivo con la esperanza de que esto termine lo antes posible y con una victoria”, subraya Mahuchikh, que dudó en su día sobre si debía regresar a Dnipro, una ciudad del centro-este de Ucrania.
La atleta había abandonado su país y se había alejado de su familia poco después de la invasión, algo que recuerda que le desgarró anímicamente.
“Volar como una golondrina”
“Regresar a casa fue una gran cuestión, todos los días había sirenas por ataques aéreos y tiros de cohetes”, afirma.
“¡Pero es mi casa! Es el lugar en el que he crecido y quiero estar en mi casa, con mi gente. He pasado casi toda mi vida aquí”, recuerda.
“Tengo 23 años y, por supuesto, estos deberían ser los mejores años de mi vida”.
“Pero los que tienen mi misma edad no pueden tener una vida normal”.
“No podemos ir al cine y disfrutar de una sesión entera, por ejemplo, porque hay sirenas de alerta de ataque aéreo y tenemos que ir a los refugios”, lamenta Mahuchikh.
Sin rival en salto
Actualmente, no tiene rival en el salto alto, donde es también la campeona mundial al aire libre y bajo techo, pero tiene que entrenar en el extranjero algunas temporadas.
Sus éxitos le permiten además destinar una cantidad a ayudar a su país.
Por ejemplo, ha ayudado a financiar sillas de ruedas para huérfanos con discapacidad y el dinero que obtuvo en los Juegos Olímpicos de París fue donado “al ejército y a un refugio para animales”, detalla.
Los animales son precisamente una de sus pasiones y se compara a menudo con ellos.
“Estoy dispuesta a volar como una golondrina. Tu cuerpo despega durante unos segundos, vuelas. Esos segundos son algo fantástico”, explica sobre cómo vive cada salto.
La saltadora también ha visitado a heridos en Kiev y en Dnipro, con la medalla olímpica de oro colgada al cuello, que también pudo mostrar orgullosa a su padre.
“Cuando comienzas a hablar de la guerra, ves cómo la cara de esas gentes cambia. Intento no decir nada de la guerra porque sé que ellos han visto ya muchas cosas. Muchas cosas malas”, insiste.
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