Redacción (AFP). A falta de nueve fechas para la conclusión de una temporada que finalizará sin títulos, la Juventus, club más laureado del fútbol italiano, destituyó a su entrenador italobrasileño Thiago Motta y le sustituyó por el croata Igor Tudor.
Cuando la ‘Vecchia Signora‘ dio la bienvenida en julio a Motta confiaba en haber encontrado al ‘nuevo Pep Guardiola‘, pero el tiempo demostró que todo había sido un espejismo.
Ocho meses después de firmar un contrato de tres años con la Juventus, Motta, de 42 años, hace las maletas y deja a su equipo en una decepcionante quinta posición de la Serie A y eliminado en Liga de Campeones y ‘Coppa’ de Italia.
“La Juventus anuncia el relevo de Thiago Motta en sus funciones como entrenador del primer equipo masculino”, explicó en un comunicado.
Luego de la derrota en Florencia ante la Fiorentina (3-0), que siguió a su derrota más dura en casa desde 1967 (4-0 ante el Atalanta), los dirigentes ‘bianconeri’ habían asegurado que su entrenador italobrasileño no veía su puesto amenazado.
La Champions, objetivo vital
Pero el parón internacional parece haber propiciado que la dirección analizase los resultados del equipo, antes de concluir que la solución no pasaba por Motta.
Con el objetivo de salvar su temporada y aliviar las maltrechas finanzas, la Juventus, relegada a doce puntos del líder Inter de Milán, deberá terminar imperativamente en cuarta posición, la última que clasifica a la próxima Champions.
Pero tras sus últimos malos resultados se encuentra en quinto puesto, a un punto del Bolonia (4º), y bajo la amenaza de Lazio, Roma y Fiorentina.
Aunque la dinámica de las últimas semanas es especialmente negativa, la Juventus de Motta llevaba decepcionando desde el inicio del curso.
Dos cifras ponen a las claras las dificultades del equipo: 13, como el número de empates en la Serie A, y 12, como la diferencia de puntos a estas alturas de competición la temporada pasada con la Juventus a las órdenes de Massimiliano Allegri, que por entonces ya era criticado.
Y más grave a ojos de los tifosi y de los dirigentes, bajo la dirección de Motta, la Juventus se despojó de parte de su ADN.
No logra reaccionar ni cumplir con su lema “Fino alla fine” (hasta la final).
Concedió un empate o una derrota en el 87,5% de los partidos en los que se vio por detrás en el marcador.
Recta final con Tudor
La labor de Motta tampoco se vio ayudada por los costosos fichajes de pretemporada, como el defensor brasileño Douglas Luiz o el volante neerlandés Teun Koopmeiners, que entre los dos costaron más de cien millones de euros.
Incluso Randal Kolo Muani, cedido por el PSG en enero, se vio contagiado por la tónica general del equipo piamontés.
Después de haber marcado cinco goles en sus tres primeros partidos, el internacional francés lleva sin marcar desde el 7 de febrero.
Fue precisamente la gestión de su plantel lo que resultó fatal para Motta, con constantes cambios de titulares, relegando al banquillo a su goleador estrella, Dusan Vlahovic, o utilizando cada vez menos al fenómeno turco Kenan Yildiz.
Complicada misión
La misión de urgencia fue confiada al técnico croata Igor Tudor, exjugador de la Juventus (1998-2005 y 2006-07).
Tudor estuvo al frente de los banquillos del Verona (2021-22), Olympique de Marsella (2022-23) y Lazio de Roma (2024).
Pero al mismo tiempo, los dirigentes de la Juventus estarían pensando en convencer a un entrenador de renombre.
Se mencionan Antonio Conte o Stefano Pioli, respectivamente, al mando del Nápoles y del Al Nassr de Arabia Saudita.
Les solicitarán que se pongan al frente del equipo para el Mundial de Clubes de junio y julio.
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