Redacción (AFP). Con su cuarto título consecutivo de campeón del mundo de Fórmula 1 en el bolsillo desde el sábado, Max Verstappen puede respirar aliviado.
El piloto neerlandés ha vivido un año tormentoso, con la competencia cada vez más fuerte y su Red Bull perdiendo velocidad.
‘Mad Max’ no tenía antes rival, pero ahora sí. En 2023 batió récords y en este 2024 mantuvo su corona en Las Vegas, es cierto, pero en un año donde su dominio ha sido mucho menos aplastante.
Su amigo Lando Norris se convirtió en su principal rival. El británico de McLaren dio un salto de calidad esta temporada y apunta alto para 2025.
Inicio arrasador
Verstappen, al volante de su RB20, había comenzado la temporada de 2024 lanzada, con siete victorias en los diez primeros Grandes Premios.
El horizonte fue poco a poco oscureciéndose y no ganó ningún Gran Premio entre finales de junio y principios de noviembre, cuando se impuso en Brasil.
Nunca desde 2020 había estado tantas carreras sin ganar.
Preguntado por la AFP en octubre por los motivos de estas dificultades, Verstappen reconoció que “los otros equipos hacen un muy buen trabajo” para reducir la diferencia que había entre las escuderías.
“Han entendido su coche y por nuestra parte tuvimos un buen año el pasado, muy bueno, y hemos intentado mejorar el coche. Lo conseguimos, pero no en todos los aspectos”, reconoció.
Esa travesía del desierto dio alas a los competidores. Durante la sequía de Verstappen, hasta seis pilotos diferentes subieron a lo más alto del podio en los Grandes Premios disputados.
Problemas internos
Red Bull ha estado este año en el ojo del huracán, ya desde el principio, cuando su patrón histórico Christian Horner fue objeto de una investigación interna por procesamiento de “comportamiento inapropiado” formuladas por una empleada del equipo.
El británico, que siempre negó esas acusaciones, fue absuelto de esa investigación justo en el inicio de la temporada.
Pero el caso continuó agitando el ‘paddock’ en esas primeras semanas del curso.
El padre de Max Verstappen, José, expiloto de F1 y cuyas relaciones con Horner se han deteriorado, estimó a principio de marzo que Red Bull iba a “explotar” si el británico continuaba en su puesto.
Nueve meses después, el caso parece haber quedado atrás, pero varias figuras de la escudería austríaca anunciaron su salida de la misma.
Entre ellos el director deportivo Jonathan Wheatley y, sobre todo, el ingeniero histórico de Red Bull, Adrian Newey.
Ese, última clave en los éxitos de la escudería desde hace casi dos décadas, se unirá a Aston Martin para el próximo año.
Ninguno de ellos ha sugerido que su marcha esté relacionada con aquel ‘caso Horner’ y todo lo que removió en la escudería.
¿Puede que el rendimiento actual de los Red Bull tengan alguna relación con lo que ocurrió entonces fuera de la pista?
“Es difícil responder a eso”, señaló Verstappen en octubre. “Las decisiones relacionadas con el coche de 2024 se tomaron antes de todo eso”, recordó.
Para el influyente asesor del equipo, Helmut Marko, sí que existe esa relación y también hay lazos con “la salida de personas importantes”, según declaró al medio austríaco Oe24.
¿Qué pasa con el futuro?
Ante esta agitación, el futuro del piloto neerlandés, con contrato con Red Bull hasta 2028, es un asunto que ha pasado a la actualidad.
Algunos equipos, como Mercedes, confirmaron que han intentado hacerse con sus servicios.
“La Fórmula 1 no es así, no puedes para decir de repente que te vas, no funciona así”, dijo Verstappen a mitad de esta temporada.
El ahora tetracampeón mundial de la Fórmula 1, en su entrevista con la AFP del pasado mes, indicó que tenía “claramente la intención” de cumplir su contrato con Red Bull y que “en un mundo perfecto” terminará en esa escudería su carrera en la Fórmula 1.
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